Afectos y adaptación emocional
Depresión, tristeza, cambios en el estado de ánimo, baja autoestima, autoconcepto negativo, autonomía, desinterés y/o apatía, sentimientos de culpabilidad, retraimiento social, duelo…
Miedos Infantiles
Existen múltiples estados emocionales, y una de nuestras emociones más básicas es el miedo.
El miedo forma parte del ser humano siéndonos útil para nuestra adaptación y supervivencia. El problema aparece cuando, a partir de cierto grado, el miedo puede ser patológico generando sufrimiento, angustia o llegando a crear incapacidad en nuestras vidas.
Como miedos infantiles se definen una serie de situaciones habituales y conocidas que se repiten en la mayoría de los niños de todo el mundo. Son miedos con un denominador común, una función de adaptación que permite que los niños puedan ser más precavidos. La mayoría de los casos contribuyen a que los niños evolucionen y se adapten al entorno. Los niños más pequeños tienen miedos a personas extrañas, seres imaginados, ruidos fuertes, la oscuridad, a que se les separe de sus padres… Los adolescentes sufren miedo a hacer el ridículo ante los otros, al fracaso escolar, a la valoración de su aspecto físico, a las relaciones…
La actitud de los padres ha de ser siempre comprensiva ante estos miedos, apoyando al niño para que poco a poco los supere según vaya creciendo. Sin embargo, existen aproximadamente un 5% de miedos infantiles que llegan a convertirse en un problema importante, generando sufrimiento e interfiriendo negativamente en el desarrollo del niño. No debemos obsesionarnos, pero sí estar atentos, observar sus reacciones dándonos cuenta de si son o no desproporcionados, si aparece una preocupación excesiva o síntomas como dolor de cabeza, vómitos… o cambios importantes en el niño.
Ante los miedos de nuestros hijos, sean evolutivos o patológicos, hemos de actuar comprendiendo y apoyando. Nunca ridiculizar, reñir o castigar, ni obligarle a afrontar miedos que no estuviera preparado o dispuesto a ello. Tampoco debemos ser padres sobreprotectores porque entorpeceremos la evolución del niño, para que con sus experiencias genere confianza y seguridad. De la misma forma no sería conveniente que utilicemos la invención de miedos como “el ogro”, “el hombre del saco”, esta situación solo añade un miedo más en el niño.
Es importante escucharles y permitir que expresen todos sus temores, creando para ello un ambiente de comprensión, tranquilidad y afecto.