El Lienzo de la Vida
Me gustaría comenzar esta reflexión haciendo mención a Viktor Frankl, ya que él, como creador de la Logoterapia, quiso trasmitirnos que su proceso psicoterapéutico consistiría en enfrentar al paciente con el sentido de su propia vida y posteriormente confrontar su conducta con ese sentido de la vida. En definitiva, sería encontrar un sentido a la propia vida y desarrollar la conducta que nos lleve en esa dirección.
Sin embargo, hay muchas y muy diferentes personas, las hay con grandes y con pequeños desarrollos intelectuales, con muchas a la vez que muy enriquecedoras experiencias y con muy pocas, muy inteligentes y lo contrario, las que buscan un sentido a la vida y las que no, y también todas las que estarían en puntos intermedios. Lo que si parecen buscar muchas, es ser felices, unas de unas maneras y otras de otras, pero todas afanadas en intentar disfrutar y ser felices, siendo ese su principal sentido para la vida, salvo las que están, simplemente, entregadas a conseguir no sufrir, por tanto parece que no todas estarían a la búsqueda de un sentido de la vida, pues algunas tendrían bastante con encontrar alimento o un lugar para dormir, a no ser que, desgraciadamente, ese fuera su sentido en la vida, sobrevivir. Cuando nuestra vida pierde sentido, deja de ser valorada y es una de las formas de entrar en depresión.
El lienzo de la vida sería la vida que cada uno de nosotros ha de realizar, quiero hacer la comparación de la vida a vivir, con un lienzo a pintar. Me parece adecuada la comparación porque podemos ver vidas que han sido largas y muy prolíficas, llenas de sentido, serían lienzos grandes con muchas pinceladas y de gran calidad. Nuestra vida sería un cuadro que pintamos y en el que solo podemos dar una pincelada cada vez, una en cada instante, una pincelada con más o menos acierto, destreza o maestría.
Al igual que en otras empresas de la vida, si nos adelantamos a pensar en el enorme camino a recorrer, probablemente no comenzaríamos la andadura. Me gusta mucho el dicho chino que dice “la caminata más larga comienza con un primer paso”, tratando de hacernos entender que solo podemos dar un paso cada vez y que no es bueno que nos salgamos del instante presente, pensando en lo largo de la andadura, simplemente un paso, una pincelada cada vez.
No hay otro tiempo para vivir que el instante presente, de hecho nunca hemos vivido otra cosa más que eso, un instante presente. El pasado no existe, ni el futuro tampoco, sin embargo, muchas veces estropeamos este instante presente con culpabilidades del pasado o con preocupaciones por el futuro, sin darnos cuenta de que la mejor manera de que cuando ese futuro sea presente, y para que sea el mejor posible, es dando la máxima calidad al instante presente que vivo de forma continua, de ese modo llegarán otros instantes presentes, es decir crearé un buen futuro, que no será otra cosa que el resultado de ese pasado que ya viví como un presente continuo.
Me gusta explicar a mis clientes que la felicidad es un sentimiento que nace de nuestro interior, no es algo que nos venga de fuera, es algo que sentimos y que es la consecuencia de nuestros actos y pensamientos. Entiendo que hay personas que dirán que son felices, por ejemplo, cuando se sienten amadas y eso vendría de fuera, pero yo les diría que lo que viene de fuera es el amor que el otro me da, sin embargo mi felicidad vendría de mi pensamiento valorando ese amor, o de mi conducta de agradecimiento, es por ello, por lo que en última instancia somos los responsables de nuestra felicidad, pues también podría pensar por ejemplo en qué estará buscando esta persona, o que tiene un interés de algo, o lo que sea, y ya no estaré feliz ante el mismo hecho. Por cierto, está muy bien que sea así, ya que de otro modo la felicidad de cada uno estaría en manos de otros y eso nos imposibilitaría ser felices a menos que los otros quisieran, lo cual sería absurdo.
Por tanto, si podemos afirmar que la felicidad es un sentimiento que nace de nuestro interior y lo hace como consecuencia de nuestros pensamientos y acciones y comprendemos que solamente podemos ser felices en el instante presente que vivimos, la felicidad empieza a dejar de ser algo difícil de alcanzar y comienza a ser el resultado de una pincelada en cada instante.
Habremos de empezar a reflexionar sobre qué pensamientos y actos nos hacen ser o sentir felices. Parece que hay unanimidad respecto a alguna acción o conducta, que hace felices a las personas y es el amar. Pero ¿qué es amar?, ¿qué es el amor? Hay multitud de definiciones sobre ello, aunque hay una que he leído recientemente, de Jorge Bucay y que me parece especialmente hermosa y dice: “Para mí, el amor es la decisión sincera de crear para la persona amada un espacio de libertad tan amplio, tan amplio, tan amplio, como para que ella pueda elegir hacer con su vida, con sus sentimientos y con su cuerpo lo que desee, aún cuando su decisión no me guste, aún cuando su elección no me incluya”.
En esta definición, está claro que el acto de amar es independiente de la conducta del otro, es decir amo sin condición, sin embargo añadiría algo más que el espacio de libertad creado para la persona amada, y serían las pinceladas a las que hago referencia arriba para componer el lienzo de la vida, que para mí serían el interés por la otra persona, la muestra de afecto, la ayuda, la admiración, el respeto, la comprensión, la entrega, el perdón , la tolerancia, la compañía, etc., etc.
Los psicólogos nos encontramos en nuestro trabajo permanentemente, las razones por las cuales las personas sufren o tienen conductas y pensamientos negativos que no solo perjudican a los demás, sino especialmente a ellos mismos. Siempre hay unas razones por las cuales las personas se encuentran en el momento histórico en el que se encuentran, por ejemplo es ciertamente más fácil, o se tendrán más probabilidades de ser feliz, si uno ha sido amado, tratado, educado mejor, que si uno ha carecido de esas condiciones. Comprender eso ayuda a amar, a ser más comprensivo, empático y por tanto a ser más feliz.
Es curioso que en esta sociedad las personas más necesitadas de amor sean las menos amadas y al contrario, las menos necesitadas de él, suelen ser las más amadas. Generalmente una persona excelente, quiero decir muy desarrollada, madura, equilibrada, con gran capacidad de amar, que ostenta un buen control de su conducta, que ha encontrado el sentido de su vida y que sabe ser feliz como consecuencia de sus actos y pensamientos, es muy probable que sea muy amada, pero no lo necesite, lo que no significará que no le agrade, pero no lo necesita. Por otro lado la persona cargada de resentimiento, mal educada, vengativa, con conductas y pensamientos muy negativos, será difícil que pueda ser amada, es más, es muy probable que se dé para ella todo el reproche social e incluso la hagamos víctima de nuestros odios y la metamos en la cárcel, pero ¿así la ayudamos? Se dice que el amor todo lo cura, sin embargo hemos de curar al enfermo, no al sano y si nos fijamos hacemos al revés: curamos=amamos al sano y dejamos de lado, encerramos, marginamos al enfermo.
Por todo ello para seguir pintando nuestro propio lienzo hemos de descubrir qué pinceladas, de qué color y forma son las más adecuadas para conseguir la figura, fruta o nube que deseamos pintar, es decir cuáles son nuestras conductas, cuáles son nuestros pensamientos que mejor propician el sentido que quiero dar a mi vida y se traducen en un estado de equilibrio, paz, bienestar y felicidad.
Resumiendo, imaginemos que el sentido que uno quiere dar a su vida es el de ser feliz, habrá de descubrir qué le hace feliz y desarrollar aquellas conductas y pensamientos que le lleven a ello, habrá de entender que en ocasiones, para la consecución de un objetivo harán falta muchas pinceladas. Pongamos un ejemplo, uno descubre que es feliz sanando, ayudando a la gente en su salud, es lógico que se trace el objetivo de ser médico, sabe que eso requiere de varios años, dedicación y esfuerzo, pues bien será conveniente que cada pincelada, cada minuto de estudio, de prácticas, sea llevado a cabo con la actitud y el pensamiento más positivo que facilite el conocimiento y a la vez la satisfacción, sin relegar el ser feliz a la consecución del logro, que será terminar la carrera y poder ejercer como médico.
Muchas veces y lo vemos frecuentemente en consulta, algunas personas, sin darse cuenta, ellas solas se quitan las posibilidades de ser felices, pues comentan cosas como “seré feliz cuando termine la carrera”, o “cuando me independice”, o “cuando consiga determinado objetivo profesional”, o cualquier otra cosa, sin darse cuenta que de algún modo están diciéndose que no serán felices hasta conseguir determinado objetivo, ellas solas se quitan la posibilidad de ser felices, cuando hay que serlo aquí y ahora. No se debe concebir la felicidad como un objetivo a conseguir, sino como una forma de vivir la vida, centrándose en el ahora y en la mejor actitud explícita y de pensamiento que me hace sentirme lo mejor posible. Solemos creer que son las circunstancias las que nos hacen felices o infelices pero no es así, en consulta podemos apreciar esto al ver por ejemplo, personas a las que se les ha muerto el perro y están muy deprimidas y vemos a otras que llevan mucho mejor muertes de seres más importantes y más amados que para la persona del ejemplo el perro, y es que, como dijo Epicteto, no son las cosas lo que trastorna a las personas, sino sus puntos de vista, sus opiniones o interpretaciones de las cosas, por ello será importante tomar conciencia de nuestro estilo de pensamiento.
Nuestros puntos de vista, opiniones o interpretaciones de las circunstancias que nos envuelven, producen distintos estados emocionales en función de los cuales actuamos, damos o no, unas pinceladas u otras y dependiendo de éstas, de la calidad y cantidad de ellas, saldrá un cuadro hermoso o no. A medida que vamos dando más y más pinceladas, vamos desarrollando más maestría y conocemos mejor qué tipo de pincelada es más conveniente en cada momento.
Miguel Ángel Ruiz González
Psicólogo colegiado BI00253