Fracaso Escolar Infantil y Juvenil
El fracaso escolar es un problema de primer orden, ya que en él nos jugamos el desarrollo y bienestar de la sociedad en la que vivimos. Los datos de diferentes estudios revelan que España presenta un índice superior de fracaso escolar en comparación con el resto de la media europea. El 31% de los alumnos españoles abandonan la escolarización antes de los 16 años, y los datos apuntan a que este porcentaje va en aumento.
Si comparamos chicos y chicas, estas últimas salen ganando presentando un porcentaje menor (29%) de abandono de la escuela, frente a los chicos (41%), referido a cualquier nivel educativo.
Las causas del fracaso escolar son múltiples. Existen factores que pertenecen al propio niño y otros que provienen del sistema educativo, de la familia y del entorno.
Es importante tener en cuenta, que la salud del niño es un factor relacionado con el aprendizaje. Una salud deficiente puede ser la base de dificultades en el rendimiento académico.
A veces, pasar por alto, o diagnosticar con retraso, problemas de visión cuya solución es simplemente la utilización de gafas, puede acarrear problemas de gran importancia en la vida escolar del niño. Un niño que no ve bien se desmotiva, por tanto no prestará la misma atención que con una visión normal, de no ser bien diagnosticado, si el profesor no detecta el problema, puede entrar en una espiral negativa.
Problemas nutricionales y alteraciones endocrinas pueden provocar hiperactividad o hipoactividad. Alteraciones visuales tales como hipermetropía, convergencia, astigmatismo, o miopía, pueden estar afectando al aprendizaje. También las dificultades en la discriminación auditiva pueden entorpecer el aprendizaje escolar. Todas estas alteraciones y aquellas que afecten a la salud, es conveniente que sean valoradas por un especialista.
Cuando un niño no obtiene los resultados esperados y no consigue alcanzar los objetivos que se han fijado para su nivel y edad, hay que analizar los factores que intervienen en el proceso educativo y descubrir las causas del fracaso.
No hay que confundir suspensos con fracaso escolar. Cuando aparecen dificultades escolares hay que prestarles atención, pueden ser mínimas en un primer momento, pero podrían hacerse mayores de no solucionarse a tiempo.
Muchas veces los padres, con la mejor de las intenciones, presionamos en exceso para que estudien, provocando la reacción contraria. Creamos, la mayoría de las veces, en el niño un sentimiento de culpa, inseguridad, además de conseguir que se convierta en algo desagradable el aprendizaje, lo que le lleva a bloquearse aún más en el estudio. Pensamos, equivocadamente, que si se siente culpable cambiara de actitud y le motivaremos al estudio. Lo que ocurre es todo lo contrario, su autoestima se resiente, duda de sus posibilidades además de generar irritabilidad y ansiedad.
La autoridad coherente y tranquila, forma parte del cariño de los padres al niño y no genera culpa. Hay que aceptar a nuestros hijos como son, con sus características personales e individuales. No todos tienen las mismas capacidades, ni condiciones para el estudio. Dentro de este contexto hemos de ser conscientes también, que lo que hay que reforzar y potenciar es el ESFUERZO y no la consecución de unos determinados logros, notas o estudios.
El efecto más negativo y pernicioso cuando aparecen malas notas o fracaso escolar, es el sentimiento de culpa excesivo y la frustración que pueda desprenderse de esa situación. Cuando un niño fracasa puede hundirse en un pozo de desvalorización personal e inseguridad que le impida afrontar las dificultades y superarlas. Aquí los padres pueden y deben realizar una labor importantísima.
Como siempre lo mejor es prevenir, pero si surgen problemas se debe plantear una acción conjunta entre padres y centro educativo, para analizar las circunstancias concretas que han generado la situación no deseada y buscar soluciones. Desde la realidad planteada, es conveniente que los padres estén al lado de sus hijos en sus estudios, animándoles, motivándoles y también exigiendo, pero no hasta el extremo que trasmitamos que el estudio es lo único importante y que nuestro cariño hacia ellos está condicionado a unas notas.